Saber Escribir
La unión de esos dos infinitivos del título me da miedo. Claro, está uno aquí, rellenando una bitácora de literatura pero, ¿realmente sabré escribir? Espero que sí, aunque ahora sólo falta que lleguen comentarios a mansalva despotricando ante mi narrativa.
Y además, ¿qué es saber escribir?, ¿no cometer faltas ortográficas?, ¿dotar a un escrito de sentido?, ¿de coherencia?, ¿de sensibilidad? Y quizá también deberíamos preguntarnos, ¿saber escribir qué?, ¿una carta?, ¿un currículum?, ¿una poesía?
A la espera de las respuestas a estas retóricas cuestiones de nuestros queridos narradores, voy a ver si me hago con el libro de Jesús Sánchez Lobato ‘Saber escribir’.
Esta publicación, editada por el Insituto Cervantes, de 513 páginas, pretende mostrarse como un manual, nada doctrinal, acerca de cómo controlar que se escriba bien, máxime cuando esta práctica, la escritura, parece volver a adquirir una importante relevancia (si es que alguna vez la perdió) dada su cada vez mayor presencia en el mundo de las nuevas tecnologías.
Precisamente a este respecto dedica su autor, el catedrático de la lengua Sánchez Lobato, una especial atención, ya que se ha redactado teniendo muy en cuenta los blogs, internet en toda su extensión o el propio lenguaje SMS.
Pero también resulta curioso que ‘Saber escribir’ incluya entre sus orientaciones, prácticas, digamos, menos academicistas, como puede ser el hecho de tomar apuntes por parte del alumnado o escribir en un examen.
Evidentemente tampoco se olvida de todos aquellos que se quieren iniciar en el maravilloso mundo de las creaciones literarias y, por ello, Sánchez Lobato trata de dar consejos respecto a la coherencia de los textos, la adaptación de los mismos en función del carácter que se le quiera dar (expositivo, dialogante…) y un más que interesante etcétera.
Pues nada. Como se suele decir que hombre precavido vale por dos, voy a ver si me hago con este ejemplar previamente a que un aluvión de comentarios colapse el espacio destinado para tal menester, criticando mi escasa sabiduría escribana.
Fuente: El Universal
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